Los
delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente
Julio César Ardila
Rojas
Prólogo
Por Alberto
Poveda Perdomo[1]
En Colombia el terrorismo promovido por
facciones armadas de derecha e izquierda ha causado tantas ruinas, dolor y
víctimas, que le ha permitido convertirse en el mejor instrumento para encubrir
todas las tragedias que padece la nación.
La corrupción rampante que toca a los
partidos políticos en todo caso no afecta a sus jefes, que con un simple cambio
de ropaje se desmarcan de la empresa criminal establecida para que los
incautos, quienes como siervos obedientes o rebaño ciego por la pobreza e
ignorancia, engatusados por la posverdad y las falsedades que circulan por las
redes sociales[2], los
acompañen en las elecciones y los reelijan indefinidamente porque son
iluminados que necesita la patria.
Los terroristas también están cómodamente
apoltronados en instituciones estatales, porque desde allí justifican la
barbarie, promueven la cizaña y convierten el discurso del odio en coartada de ejercicio
y justificación de la violencia[3],
haciendo oídos sordos ante la depredación del medio ambiente, como ahora mismo acaece
con un pozo petrolero que está causando más estragos a la naturaleza que todas
las voladuras ejecutadas durante más de 20 años al oleoducto Caño Limón -
Coveñas[4].
Todo sin hipérboles.
El daño al medio ambiente está ocurriendo
delante de nosotros, como lo pone de presente el ejemplo citado, pero
tristemente ese gravísimo hecho -que seguramente será objeto de exhaustivas
investigaciones que le permita decir a la Fiscalía General de la Nación que no
pasó nada y todo quede bajo el manto de la impunidad, como ocurre con pasmosa
frecuencia y silencio cómplice de la clase dirigente-, aún no nos conmueve para
levantarnos y reaccionar contra quienes por acción u omisión, con intención o
imprudencia, contribuyen decididamente a la destrucción del entorno en el que
vivimos.
Por tales motivos, la alfabetización de los
colombianos en todos los asuntos que inciden en nuestras vidas, las tareas que
se emprendan para contribuir en la lucha contra la ignorancia y la ejecución de
actividades que estén pensadas en dar a conocer la problemática que nos aqueja,
así como las fórmulas estatales que existen aunque no se aplican, me parecen
dignas de ser admiradas y destacadas.
Es por ello que cuando cualquier lector
experto o novicio se aproxime al libro escrito por el doctor Julio César Ardila Rojas sobre Los delitos contra los recursos naturales y
el medio ambiente, encontrará un manantial de información aunque sencilla
resulta completa, coherente, actualizada y, sobre todo, bien intencionada,
porque su principal propósito es hacernos conscientes de que el medio ambiente
es de todos y nos corresponde defenderlo como bien jurídico colectivo que nos
pertenece.
Las explicaciones que se obtienen de la obra
Los delitos contra los recursos naturales
y el medio ambiente, permiten un adquirir un conocimiento básico pero
suficiente para estar al tanto de cuando se está frente a la ejecución de
conductas delictivas o contravencionales, en general, ilegales, que atentan
contra el medio ambiente, es decir, contra las condiciones mínimas que
posibilitan la existencia de la especie humana y de todo sujeto u objeto que
pertenezca al reino de la vida. Así de sencillo.
El conocimiento que tengo del doctor Julio César Ardila Rojas, como destacado
discípulo en la escuela de derecho, sus ejecutorias como concejal de Neiva y
las actividades que ha desarrollado a lo largo de su vida profesional, me
permiten pronosticar que este trabajo, meritorio y fruto del esfuerzo, simplemente
es el primero de sus aportes a la dogmática jurídica nacional, pero con toda
seguridad no será el único, porque su diestra pluma así como sus inquietudes
académicas nos permitirán en el futuro reaccionar favorablemente ante nuevas
publicaciones.
Bienvenido doctor Julio César Ardila Rojas al mundo bibliográfico y, desde
ahora lo auguro, porque lo advierto como académico, que con obras como la
presente tendrá una enorme acogida en bien de la sociedad y como soporte para
la construcción de un mundo más amigable con el entorno que facilite nuestra
existencia.
Enhorabuena.
Neiva, Amaranto Club House, Semana Santa de
2018.
[1] Magistrado del Tribunal Superior de
Bogotá, profesor universitario y autor de varias obras de derecho.
[2] En Estados Unidos y en Europa ya está
documentado como se alucina a los electores con las falsedades que simulan
verdades, encuestas pagadas para manipular a los votantes y la parcialización
de las redes sociales en busca de frutos envenenados en la política, como han
sido la elección de Trump, el
triunfo de quienes promovieron el Brexit o lo ocurrido en Colombia con el
plebiscito por la paz. Cfr. https://www.elespectador.com/elecciones-2018/noticias/politica/si-utilizaron-datos-de-facebook-para-manipular-la-eleccion-de-trump-puede-pasar-lo-mismo-en-colombia-articulo-746061
2018/03/29 y http://www.semana.com/tecnologia/articulo/plebiscito-por-la-paz-mentiras-que-se-propagaron-por-whatsapp/495972
2018/03/29.
[3] “Es cierto que en este enorme campo
que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. Ustedes estén atentos a los
frutos, cuiden el trigo no pierdan la paz por la cizaña. Es hora de sanar
heridas, de tender puentes, de limar diferencias… Es hora de desactivar los
odios, renunciar a las venganzas”. Papa
Francisco, «Oración por la reconciliación nacional», Villavicencio, 8 de
septiembre de 2017 (https://noticias.caracoltv.com/el-papa-en-colombia/no-pierdan-la-paz-por-la-cizana-dice-papa-los-colombianos-y-los-insta-la-reconciliacion
2018/03/29).
[4] Lo que es mucho decir cuando se tiene
en cuenta que han sido más de 1.600 los atentados contra el tubo, que además
del daño medio ambiental ha dejado al menos 167 muertos y 584 heridos (http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/historia-del-cano-limon-covenas-72730
2018/03/29).
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